POZO DE ALMAS

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sábado, 26 de mayo de 2012

EL VERDADERO ORIGEN DEL CÓDIGO DA VINCI

 “El Código da Vinci” ha popularizado unas hipótesis que en realidad ya eran conocidas por muchos de los estudiosos de esos temas, incluso ya con anterioridad de habían publicado libros detallados sobre cada uno de ellos, quizá el mérito de Dan Brown haya sido el unirlos en una única trama y popularizarlos, aunque se dejó en el tintero otros que la complementarían.
Todo lo que se narra sobre la Capilla de Rosslyn, Rennes le Chateau y Leonardo da Vinci –cuyos códigos secretos dan título al libro-, junto con otros que ahora citaremos, en realidad bien podrían llamarse “El Código Templario”, ya que da Vinci era supuestamente un simple adepto o iniciado a esos conocimientos. Pero los templarios fueron en gran parte y a la vez, artífices, difusores y colaboradores en los mismos.
Son secretos anteriores a la Orden del Temple, pero su organización sirvió de base para su redescubrimiento, guiados por personas que conocían al menos el parte aquello que a su amparo se desarrolló totalmente. Unos conocimientos transmitidos luego en los ritos masónicos coexistiendo con ellos tanto durante su existencia como Orden oficial, como tras su disolución.
Como el tema daría para varios libros y aquí solo tenemos el espacio de un artículo vamos a condensar cuales eran esas claves y qué secretos fundamentales desvelan. Los cuales conocieron –posiblemente guiados para hacerlo- en sus contactos en Oriente que trajeron a Europa y tras su desaparición oficial se difundieron a través de movimientos secretos templario-masónicos.
Leonardo da Vinci
Una de las múltiples teorías que sobre el verdadero contenido del “secreto templario” parece tener más verisimilitud es el enunciado por Lynn Picknett y Clive Prince en su libro: The Templar Revelation. En el mismo narran la investigación que realizaron y que parece un claro antecedente de las conclusiones en cuyos hechos basa su novela Dan Brown el cual posiblemente se inspirara en el citado libro de estos autores cuya conclusión final es que el verdadero fundador del cristianismo es Juan el Bautista y que ambos seguían una corriente herética judaica con base en la religión tradicional egipcia.

Isis con Horus niño en brazos.
 La semejanza es tan evidente que no precisa comentario sobre el origen de la iconografía cristiana sobre la virgen. Culto que “tapó” al de la diosa, en igualdad de paridad con cualquier dios masculino, transformándola en simple madre. Sin duda los templarios, como otros tantos iniciados, conocían la verdad. Es decir, que Jesús no fue el fundador y que su doctrina era egipcia. Según eso los seguidores “auténticos” del cristianismo primitivo y que se desplazaron al sur de Francia en aquella época predicaban una doctrina muy diferente a la adoptada por San Pablo y que devino en el cristianismo oficial. De ahí surgió luego el catarismo, y más tarde el secreto fue descubierto por el famoso Berenguer Saunière, el cura de Rennes, aunque siempre hubo iniciados (de los que los templarios formaron parte y contribuyeron a aumentar sus conocimientos) que lo conocieron y dejaron huellas de ello en forma de diversos códigos o señales. Las numerosas vírgenes negras –y el propio culto de la virgen- no serían más que una transformación del culto a Isis.
La Magdalena sería una sacerdotisa de este culto primitivo y como seguidora de Juan el Bautista estaría no solamente apartada del cristianismo luego oficial, sino más tarde del mismo Jesús. Por eso en su “última cena” Leonardo pinta a la Magdalena en un ángulo de inclinación opuesto a Jesús no por marcar la V que dice Dan Brown, sino para señalar dos cosas clave ambas: Que la figura no era San Juan, sino Magdalena, una mujer, y que ésta se “apartaba” del Jesús de la Iglesia y también del real. Sin embargo no deja de resaltar –y esto forma también parte del secreto y de ahí la veneración extrema de los templarios a la virgen- que tanto Juan como Jesús tuvieron compañera, que el sentido de la divinidad queda incompleto sin la parte femenina.


Tampoco todo esto es nada nuevo para muchos aficionados a la investigación esotérica, al respecto ya con anterioridad se publicaron otros libros como: Faraón Moisés, Faraón Jesús, cuyo autor –José Antonio Solís- llega a la conclusión de que posiblemente la misma religión judaica proviene directamente de Egipto. Algo de lo que dejó constancia la Historia en los llamados “sucesos de Tanis” y que los participantes en el éxodo bíblico no serían más que egipcios desterrados; por tanto Jesús sería un profeta que intentaba regresar a las fuentes originales de sus creencias.
Sea cual sea la conclusión el sentido es que los templarios, o al menos los que de entre ellos eran iniciados, conocían total o parcialmente los orígenes verdaderos del cristianismo. Ese era su gran secreto, el que les llevó finalmente a la ruina. 

Pero el conocimiento continuó de forma oculta, Leonardo da Vinci no sería más que otro de los iniciados en estos misterios.
Tras la desaparición oficial del Temple, la misma orden se divide en varias ramas, unas simplemente se transformaron en otras órdenes como la de Cristo en Portugal –que tuvo una fundamental participación en los descubrimientos del siglo XV que abrieron Europa al mundo, como el viaje de Colón- y la más secreta de San Andrés y del Cardo, en Escocia, que derivó posiblemente al menos en parte, en la masonería moderna.
El caso es que sea cual sea el enigma o misterio que encierra todo esto, la figura de María Magdalena, el linaje de Jesús y como no el enigmático personaje d eLeonardo Da Vinci , aun seguirán dando mucho que hablar....




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