Nací y crecí en un momento de magia, en una ciudad mágica, entre los magos.
Cuando tenía doce años, las palabras eran mi linterna mágica y a través d esu verde resplandor espiritual, vi el pasado, el presente y el futuro.
Todos empezamos sabiendo magia.
Todos nacemos con torbellinos, incendios forestales y cometas en nuestro interior.
Todos nacemos sabiendo cantar a los pájaros, leer en las nubes y ver el destino en los granos de arena.
Pero entonces somos educados fuera de la magia de nuestras almas.
Tenemos que sacarla, lavarla, peinarla.
Nos ponen rectos y nos piden que seamos responsables.
Que actuemos de acuerdo con nuestra edad.
Nos piden que crezcamos, por el amor de Dios.
¿ Y saben por qué nos dicen eso?
Porque la gente, tiene miedo de nuestra vida silvestre y de nuestra juventud, y porque la magia que conocemos los hace avergonzarse y entristecerse por la magia que no se permitieron tener a sí mismos...
Texto del novelista Robert McCammon sobre el Saber Perdido.
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