POZO DE ALMAS

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domingo, 26 de febrero de 2012

LAS MISAS NEGRAS

Las Misas Negras  son la máxima expresión de la rebeldía de Satán, al contrario que el Sabbath, en su celebración ya no intervenían las características míticas o, legendarias de los antiguos, de los primeros adoradores del Diablo. La principal cualidad de la Misa Negra era que fuese celebrada por un sacerdote renegado, la virtud que le concede la orden sacerdotal a divinis et in aeternum, de consagrar el pan y el vino en la carne y la sangre de Cristo, complace al Diablo y a sus adoradores.
     El objeto de la Misa Negra, es realizar el culto igual que los cristianos sólo que al revés, maldición en vez de bendición, blasfemia y sacrilegio en vez de oración, la cruz invertida, cirios negros, letanías satánicas, libertinaje, desenfreno... Por ello el concurso de un sacerdote renegado es importante, ¿quién mejor que él conoce el culto católico para poder invertirlo?.


Las Misas Negras del Monje Guilbourg y Madame de Montespán:

Llevadas a cabo en una granja abandonada de Menil, cerca de Monthléry.
    La granja estaba cubierta en su interior por lienzos negros. El altar allí levantado también era negro. Una gran cruz blanca, con los brazos invertidos, se alzaba sobre un tabernáculo de plata.
    El abate Guibourg entró cubierto con un amplio manto negro y una capucha que ocultaba su rostro. Empujó la puerta y avanzó seguido de Madame de Montespán, que llevaba puesto un antifaz.
    De una maleta que llevaba consigo, el abate sacó unos cirios negros, de forma serpenteante, que decía habían sido hechos con la grasa de los ahorcados, que le proporcionaba el verdugo de París. Luego sacó unas hostias negras y las puso en un cáliz.
    Terminadas estas operaciones, Guibourg se despojó de su manto y apareció vestido con los hábitos de aquel culto que iba a profanar una vez más. La de Montespán le observaba en silencio, mirando de vez en cuando a la puerta de la cabaña, con marcada impaciencia. Al fin entró la joven a quien estaba esperando, la cual llevaba en brazos una toquilla con una criatura. Era Mademoiselle des Oeillets.
    Siento haberme retrasado - les dijo- pero hasta hace muy poco no conseguí el crío. Tiene sólo dos meses y hace una semana que fue bautizado.
    Está bien - dijo Guibourg-. Colóquese al lado del altar y espere.
    Al mismo tiempo, Mme de Montespán se quitó el manto de terciopelo que conservaba puesto. Desanudó el cinturón dorado que ceñía al talle los velos blancos y casi transparentes con que iba vestida y bajo los cuales estaba completamente desnuda. Después, se despojó de aquellos velos.
    Sin pronunciar palabra, Mme. de Montespán avanzó hacia el altar se tendió sobre éste en la forma ritu
 Con mano experta, el renegado le quitó las peinetas que sujetaban los cabellos de la Montespán, cayendo éstos en cascada por encima de los lienzos negros hasta rozar el suelo. Despues, entre los opulentos  senos, temblorosos por una anhelada voluptuosidad, Guiborug colocó la copa de plata y sobre el vientre, precisamente sobre el pubis, puso un crucifijo.
    Guibourg se arrodilló con las manos juntas, cerca del cuerpo desnudo y, durante algunos minutos, imploró en silencio la ayuda de las potencias infernales. 
     Con mano experta, el renegado le quitó las peinetas que sejetaban los cabellos de la Montespán, cayendo éstos en cascada por encima de los lienzos negros hasta rozar el suelo. Despues, entre los opulentos  senos, temblorosos por una anhelada voluptuosidad, Guiborug colocó la copa de plata y sobre el vientre, precisamente sobre el pubis, puso un crucifijo.
    Guibourg se arrodilló con las manos juntas, cerca del cuerpo desnudo y, durante algunos minutos, imploró en silencio la ayuda de las potencias infernales.
    Cuando el cura se levantó, tomó en sus manos una de las hostias negras, sosteniéndola entre el pulgar y el índice de su mano derecha. La alzó luego a la temblante luz de los negros cirios mientras su mano izquierda acariciaba los senos de la Montespán, de cuya garganta se escapaban algunos gemidos de voluptuosa impaciencia.
    La mayor de las profanaciones la realizó entonces el renegado utilizando el sexo de la Montespán como receptáculo de la hostia negra. Acto seguido se arrodilló entre la spiernas colgantes, que se cerraron aprisonando su cabeza.
    La Montespán gimió con fuerza. Como un arco de carne palpitante, su cuerpo se tendió y ya su cintura no rozó siquiera el altar profano. Esto hizo que basculara la copa de plata y cayera al suelo el crucifijo, mientras ella increpaba al renegado, pidiéndole a gritos que se apresurara.
    Guibourg se puso de pie y, levantandose los hábitos, se abalanzó sobre el cuerpo de la cortesana que se estremeció bajo su ataque. Después, una vez hubo satisfecho la lubricidad de la cortesana, Guibourg volvió a reponer en su sitio la copa y la cruz, aunque el cuerpo de la Montespán se estremecía por el placer recibido y, con los brazos alzados, el renegado gritó con voz demencial:
 ¡Astaroth! ¡Asmodeo! ¡Satán!...¡Dueños de los Infiernos! ¡Yo os conjuro fervientemente para que aceptéis el sacrificio de este niño que os ofrezco...! 
    Mmoiselle des Oillets ya sabía lo que debía hacer y tendió hacia aquel hombre el cuerpecito del niño que lloraba con desespero: Guibourg se armó de un largo y afilado cuchillo y gritó:
    ¡Oh, Astaroth! ¡Oh, Asmodeo! ¡Oh, Satán! ¡ Yo solicito de vuestra gracia y de vuestros poderes la muerte para Mademoiselle de Lavallière, y que la Condesa de Roma, por la cual se ofrece desnuda esta mujer, entre en gracia en la Corte!
       Lentamente, el cuchillo descendió hacia el cuello del bebé sostenido por Mmoiselle des Oillets, en el que se hundió salpicando de sangre el cuerpo de la Montespán y la estola del innoble sacerdote, el cual llenó luego la copa de plata.
    Guibourg arrojó al suelo el pequeño cadáver y, metiendo sus manos en la sangre, se puso a bañar el vientre y el seco de la Montespán, antes de alzar su casulla y repetir aquel acto consigo mismo.
    El acto terminó con una serie de oraciones invertidas, blasfematorias y obscenas, después de lo cual los tres personajes se entregaron a toda clase de contactos carnales, llegando a los más depravados.
    En estos años en París eran muy frecuentes estas Misas Negras, aunque habría que llamarlas mejor Misas Sangrientas, por ejemplo Laoignon, vicario de Saint-Eustache, sería condenado a muerte, por haber descuartizado el cuerpo de un niño, oficiando sobre una muchacha de catorce años a la que después violó salvajemente. Parece que a la Aristocracia de la época le sedujo el ejemplo de la Montespán, así las marquesas de Angulema, de Bouillan, de Saint-Pont, de Luxemburgo y de Vendôme, ordenaron que se celebraran Misas Negras sobre su vientre.
    Los niños eran comprados a las prostitutas de París, para ser luego entregados a los sacerdotes renegados, y para hacerse una idea de lo numerosas que llegaron a ser estas ceremonias, en obras de investigación de la época calculan en dos mil los niños degollados en ofrenda al Diablo.
http://personales.ya.com/princeps666/misa.htm

LAS MISAS NEGRAS DE LA SEÑORA MONTVOISIN

Las famosas misas negras de la Señora Montvoisin mejor conocida como LaVoisin empezaron en 1666 (acaso una coincidencia?) y terminaron en 1679.La Dama habia adquirido una casa abandonada, en la calle Beauregard, cuando su celebridad empezo a acariciar la gloria; ya que incluso la corte de Francia recurrio en mas de una oportunidad a sus dotes de Pitonisa y de fabricante de venenos.
Durante su proceso LaVoisin reconocio que habia instalado un horno en su casa, ene l que hacia incinerar diferentes cosas; sobretodo el fruto de los abortos que realizaba. Se dice que alli quemo unos 2000 pequeños cuerpos, no sin antes preparar con sus cuerpos la famosa grasa humana nescesaria en los ritos satanicos.LaVoisin recurria a sacerdotes catolicos para celebrar sus misas negras; se cita algunos documentos al abad Guibourg, al abad Guignard, al parroco Bourgues, se llego a hablar del abad Bartolome Lemeignan, de San Eustaquio, quien almenos habria degollado a dos niños.

 Esta oscura dama levanto un altar en su jardin. Adorno el macrabro santuario con seda negra, tabernaculos, cirios y cruces tenebrosas. El procedimiento era el siguiente: La mujer que encargaba la misa debia estirarse sobre el altar, desnuda, con los brazos en cruz, sosteniendo un cirio en cada mano. El abad Guibourg, era quien normalmente oficiaba las misas, extendia sus utencilios sobre el vientre de la mujer y depositaba el caliz encima. Le besaba los senos he invocava a Satanas con frases blasfemas. A continuacion resumo una de las tantas actas procesales:

"....Guilbourg se despojo de su manto y aparecio vestido con los habitos de culto al que hiba a profanar una vez mas. LaVoisin le miraba en silencio, con marcada impaciencia. Al fin entro una joven llevando en sus brazos a una criatura. Al mismo tiempo la señora se quito el manto de terciopelo que conservaba puesto. Desato el cinturon dorado que ceñia los vuelos casi transparentes con los que iba vestida, y bajo los cuales estaba completamente desnuda. Sin pronunciar palabra, la dama se tendio sobre el sacrilego altar.

 Con mano experta el abad acaricio los cabellos, que caian como un manantial negro sobre los hombros de la mujer. Luego entre los opulentos senos temblorosos por una ahnelada voluptuosidad. Guibourg coloco la copa de plata; y sobre el vientre presisamente sobre el pubis, deposito un crucifijo.
El abad se arrodillo con las manos juntas, cerca del cuerpo desnudo y palpitante, mientras en silencio invocaba a las potencias infernales. Cuando el sacerdote incorporo, tomo en sus manos una de las hostias negras, la alzo luego a la temblorosa luz de los cirios negros mientras su mano acariciaba impudicamente los pechos de LaVoisin, de cuya boca se escapaban algunos gemidos de placer. La mayor de las profanaciones fue realizada utilizando el sexo de LaVoisin como receptaculo de la hostia negra. Luego el hombre se arrodillo, y se alimento del cuerpo y sangre se Satan, mientras la dama aprisionaba su cabeza entre las piernas, pronunciando unos gemidos inhumanos en el que el silencio de la noche sonaba como una letania tenebrosa.

Como un arco de carne palpitante, el cuerpo de LaVoisin se contorsiono rozando con sus caderas el altar profano, mientras suplicaba a gritos que el hombre de la iglesia la penetrara. El Sacerdote se abalanzo sobre el cuerpo de la cortesana que se estremecio de placer bajo su ataque. Luego que hubo una vez satisfecho la lubricidad de la dama, Guibourg alzo los brazos hacia las estrellas"
"Astaroth- Asmodeo: ¡Dueños y señores del infierno! Yo os conjuro fervientemente para que acepteis el sacrificio de este infante que os ofrendo"
La noche del 22 de Julio de 1680 LaVoisin fue quemada viva por la Santa Inquisision.
 

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