POZO DE ALMAS

POZO DE ALMAS
POZO DE ALMAS

lunes, 2 de mayo de 2011

FANTASMAS

Los fantasmas (del griego φάντασμα, "aparición"), en el folclore de muchas culturas, son supuestos espíritus o almas desencarnadas que se manifiestan (aunque no de forma sagrada o hierofanía) entre los vivos de forma perceptible (por ejemplo, tomando una apariencia visible, produciendo sonidos u olores o desplazando objetos —poltergeist—), principalmente en lugares que frecuentaban en vida, o en asociación con sus personas cercanas. Constituye uno de los tipos más conocidos de superstición.
Quienes dicen haberlos visto los describen como siluetas o sombras monocromáticas, por lo general oscuras o blanquecinas, más bien difuminadas o nebulosas, antropomórficas, de carácter inmaterial y trasparentes a veces, que flotan y pueden no tener contorno definido. Algunos afirman que cuando se mueven adoptan la apariencia de esferas de luz u orbes, en terminología parapsicológica. Su aparición no suele sobrepasar unos segundos, raramente un minuto, y cuando ocurre la temperatura baja sensiblemente, a veces junto a aromas penetrantes, golpes, ruidos, música o voces (los llamados fenómenos electrónicos de voz, mal llamados psicofonías). Su aparición provoca a veces en los seres humanos de su entorno fatiga o depresión; se ha medido en los lugares que frecuentan una carga electromagnética inusual y que puede ser medida. También es bastante común que en los lugares que frecuentan se descarguen las baterías de los aparatos electricos, de forma que parecen absorber y, a veces, expulsar energía cinética o eléctrica. Motivo recurrente de su aparición es un cambio físico en su entorno: obras, reformas, un nuevo habitante, etcétera. Otras veces es un cambio anímico: un hecho trágico, un fallecimiento reciente, un hecho emocionalmente relevante.

Como las leyendas etiológicas, están ligados a un lugar, una leyenda, un mito o una noticia trágica; algunos, los llamados residuales, realizan siempre los mismos actos repetitivamente y su actitud no es comunicativa; otras veces sí es consciente, pero termina siendo esquiva y huidiza, hasta el punto de que podría decirse que parecen tener miedo o angustia ante los seres vivos; sólo unos pocos entre ellos son abiertamente hostiles o benéficos. Algunas veces han sido vistos y grabados traspasando muros sólidos; algunos pueden mover o transportar objetos de leve peso. Obedecen a las leyes de la perspectiva, según el punto del espacio desde el que se los contempla; muchos parecen sólidos y opacos, por lo que pueden ser filmados; se reflejan en los espejos y producen ruidos sincronizados con sus movimientos (pasos, etc). Generalmente dan la impresión de ser tan reales como las personas vivas, aunque sólo durante un período limitado.

Ciertas personas, los llamados clarividentes, médiums, Ashanes o chamanes, dicen observarlos con frecuencia o poder comunicarse con ellos; asimismo prácticas conocidas como la canalización mediúmnica y la necromancia o nigromancia aseguran poder hacer que los muertos se encarnen otra vez brevemente. Según qué tradición, los fantasmas aparecen con distinto atavío, más o menos relacionado con su muerte (el clásico de la literatura occidental es el sudario o sábana mortuoria); el momento difiere, aunque por lo común es a la puesta de sol, a medianoche, en luna llena, a una hora fija o en una fecha determinada, por lo general la de su muerte, o de noche; sin embargo hay también apariciones poco puntuales que "se manifiestan" de forma imprevista e imprevisible en cualquier momento, incluso a mediodía. Los parapsicólogos los clasifican en residuales y conscientes; los residuales repiten siempre lo mismo y parecen ajenos a quienes los ven; los conscientes poseen una actitud comunicativa y pueden interactuar con los vivos. Algunas ceremonias, como por ejemplo los exorcismos, tienen el poder de alejarlos durante un tiempo o definitivamente.
Los estudiosos del fenómeno afirman que existen también fantasmas de personas vivas (bilocación, doppelganger, fetch...) y documentan también la aparición de fantasmas de animales (por ejemplo el Perro negro, el Dip, la Pesanta o el Cadejo, entre otros), barcos, trenes, aviones, casas y pueblos fantasmas e incluso objetos fantasmas, como los tsukumogami japoneses o los domésticos de parasoles (karakasa) y linternas (chōchinobake).


Pueden aparecerse solos, lo que es lo más corriente, o formando grupos, incluso numerosos. Su manifestación en algunos casos es anuncio o aviso de algo positivo o funesto por ocurrir. También los hay de carne y hueso: en 1937 la folclorista estadounidense Zora Neale Hurston escuchó en Haití el caso de Felicia Félix-Mentor, fallecida y enterrada en 1907 y viva aún treinta años después como zombi semiconsciente a causa del habitual uso en el animismo vudú de dosis semiletales de drogas/veneno como tetrodotoxina, estramonio o datura que provocan parálisis temporal y locura permanente. Otras alucinaciones visuales o auditivas provocadas por enfermedades como la esquizofrenia o por las drogas, o bien las falsas resurrecciones espontáneas causadas por enfermedades como la rabia, la catalepsia etcétera pueden haber originado asimismo leyendas de aparecidos, revenants, vampiros y no muertos en personas predispuestas por prejuicios cognitivos y tradiciones culturales. Por otro lado, partes del cuerpo humano desaparecidas, amputadas o cercenadas pueden ser percibidas por el cerebro como miembros-fantasma. Para los espiritistas, un fantasma también podría ser un espíritu atrapado en nuestro mundo por media de invocaciones, brujería o un alma en pena.

ORIGEN:
La creencia en aparecidos (muertos que vuelven a aparecer para encomendar alguna misión) o revenants (lo mismo, en francés), espectros, ánimas del Purgatorio, almas en pena, o fantasmas es muy propia de la naturaleza humana, ha generado y genera una amplia literatura (novela gótica o de terror), inspira la cinematografía y el teatro y ha creado innumerables leyendas y mitos, si es que estos, inversamente, no han creado este bulo; la ciencia considera creer en fantasmas un tipo de superstición muy asentado en la psicología del ser humano, porque se alimenta de la necesidad de vida eterna, como la religión, y sublima una muerte inaceptable y aborrecible por medio del acto apotropaico de creer que la conciencia pervive más allá del fin de la misma. Estudios recientes indican que muchos occidentales creen en fantasmas; en sociedades donde la religión tiene mucho predicamento, como los Estados Unidos, una encuesta demostró que el 32% de sus habitantes cree en fantasmas y en la vida luego de la muerte o más allá, siempre en forma paralela a la religión o de forma menos regulada por un sistema escatológico como han hecho las religiones más frecuentes, que se aprovechan de este meme antropológico para crear estructuras económico-culturales de creencias.
Desde antiguo la mitología, la religión y otras manifestaciones de folklore o literatura han creído, o pretendido creer, en la existencia de entidades sobrenaturales, manifestaciones vitales o númenes más o menos inmmateriales de varios tipos:
  • 1. Abstractos, más o menos alegóricos, como Dios.
  • 2. Naturales o no humanos: inanimados sin movimiento o cosas, e inanimados con movimiento o semovientes, como el aire, el agua, el fuego, las plantas, los astros.
  • 3. Naturales animados: animales o animalizados.
  • 4. Antropomórficos.
  • 5. Humanos.
Desde el más primitivo animismo, que otorga vida a todo lo semoviente o dotado de movimiento y evolución, así como a las fuerzas de la naturaleza (el aire, el agua, el fuego, la vegetación, los astros), muchas de estas categorías pueden asociarse, formar criaturas mixtas y recibir denominación o nombre, como el ángel o los dioses medio animales o animalizados de los egipcios y los japoneses. El fantasma vendría a ser una entidad entre el cuarto y quinto tipo por su origen humano, bien diferenciada de duendes, diaños, demonios, yōkai, genios, elfos, silfos, hadas y longaevi, restos de religiones desaparecidas a los que Heinrich Heine llamaba "dioses en el exilio". Para la mentalidad moderna, que ha desvitalizado el cosmos transformándolo en una cosa o un mecanicismo muerto y absorbiendo toda su vida en el yo y el antropocentrismo desde el Renacimiento, es más fácil creer por eso en fantasmas que en esos otros tipos de criaturas, cuyo predicamento estaba más extendido por el mundo politeísta antiguo y la Edad Media. El pensamiento prelógico y primitivo no distingue niveles entre lo real y lo imaginario, se rebela contra la idea inaceptable y abstracta de la muerte y considera que lo aparecido en sueños es indistinto y posee existencia real, justificando sus temores y concretándolos desde el mundo onírico o del sueño e identificando la imagen de un ser desaparecido por la muerte que aparece en este con un ser real no afectado por la conclusión, la desaparición y la muerte. Se cree así en otros grados de existencia, menos patentes pero considerados reales; es más, se calma así la inquietud existencial que provocan los sentimientos de culpa, de finitud y de muerte.

HISTORIA :


Para los pueblos primitivos los fantasmas tenían una vida infinitesimal y miserable, insuficiente para animar y mover un cuerpo, hacer latir su corazón y darle aliento o respiración, pero vida al fin y al cabo, ya que tenían bastante o la suficiente fuerza para manifestarse en los sueños para atormentar o avisar a los vivos o como sombras y apenas necesitaban alimento (en las culturas antiguas con culto a los manes y antepasados había un día anual designado para alimentarlos con ofrendas de alimentos o sacrificios, que los cristianos han sustituido por flores en el Día de difuntos o de Todos los Santos). Así se calmaba a los antepasados y se aseguraba su benéfica influencia. La creencia en fantasmas se testimonia desde los primeros textos escritos sumerios y egipcios: el fantasma de Enkidú se apareció a Gilgamesh en la llamada Epopeya de Gilgamesh. También se encuentra extendida por otras civilizaciones de muy distinto desarrollo cultural. La Odisea del griego Homero y la Eneida del latino Virgilio acogen viajes de ultratumba. Los romanos ponían un puñado de tierra sobre el cadáver porque si no el alma erraría por toda la eternidad en la ribera de la Estigia, y era preciso poner una moneda en la boca para pagar al barquero o el alma no tendría descanso. Por eso aterraba a los romanos navegar por el mar, ya que no recibirían honras funerarias. A los suicidas romanos se los enterraba con la mano cortada y separada del cuerpo, con el fin de desarmar a su espíritu, que hipotéticamente atormentaría a los vivos. Los fantasmas buenos para los romanos eran los manes o espíritus de los antepasados; los malvados eran las larvae, almas de hombres malvados que vagan errantes por las noche y atormentan a los vivos. Una de las teorías que intentan explicar la religión los derivaría de la tendencia del pensamiento primitivo y prelógico a considerar que el mundo de los sueños forma también parte del real; por tanto, ver en sueños a personas fallecidas indica que no han muerto y que pueden interferir en la vida real. El origen de los fantasmas, pues, no sería distinto al de la religión en general.


En las civilizaciones orientales (como la china e india), muchos creen en la reencarnación o transmigración de las almas. Agregada a esta visión y dentro del Budismo, los fantasmas son almas que rehúsan ser recicladas en el curso del Samsara (ciclo de la reencarnación), porque han dejado alguna tarea por terminar. Los metafísicos y exorcistas de diversas religiones pueden ayudar al fantasma a reencarnarse o hacerlo desaparecer orientándolos o mandándolos a otra dimensión de existencia. En la creencia china e india, además de reencarnar, un fantasma puede también optar a la inmortalidad transformándose en semidiós y puede a través de su elevación espiritual trascender diversos planos o servir a los seres humanos, o bien puede bajar al infierno y sufrir ciclos karmáticos. En Japón, la religión shintoísta reconoce la existencia de espíritus de todo tipo y acepta la creencia en fantasmas como parte de la vida cotidiana. En la cultura malaya son prácticamente innumerables las leyendas y clases de fantasmas.
En Occidente la creencia en fantasmas se fue difuminando desde la creencia irracional en ellos de la Edad Media al escepticismo de la Ilustración en el siglo XVIII, cuando el padre Feijoo, embutido en una lucha sin cuartel contra las supersticiones, llegó a decir que "no hay fantasma ni espectro que no desaparezca al conjuro de una buena tranca". En ese mismo siglo, el doctor Samuel Johnson llegó a la conclusión de que el fantasma de Cock Lane en Londres era una filfa.

En el siglo XIX la creencia en fantasmas resurgió poderosamente merced a la tendencia irracionalista del Romanticismo y el desarrollo del Espiritismo, la Teosofía y pseudociencias como la Parapsicología.
Todavía en el siglo XX y XXI se sigue considerando a los fantasmas como almas en pena que no pueden encontrar descanso tras su muerte y quedan atrapados entre este mundo y el otro, a pesar del desarrollo de una corriente positivista, escéptica y científica, que intenta desacreditar esta superstición y cuyos representantes más conocidos son ilusionistas como Harry Houdini o James Randi. La creencia general común supone que el alma de un fallecido no encuentra descanso por una tarea que el difunto ha dejado pendiente o inconclusa ("promesa"): así, puede tratarse de una víctima que reclama venganza o un criminal que, por alguna causa, (haber sido enterrado con símbolos sagrados, por ejemplo) ve diferido su ingreso en el purgatorio o infierno. En la mayoría de las culturas contemporáneas, las apariciones de fantasmas están asociadas a una sensación de miedo y son fuente importante de estudio de recién nacidas pseudociencias, como la parapsicología. Aún es también importante dentro del estudio de ciertas religiones, como el Islam, el Budismo, Jainismo, Hinduismo, Shintoismo, Espiritualismo y Cristianismo, aunque cada una lo estudia de modo diferente. En las creencias de la Nueva Era, se intenta racionalizar la creencia tradicional afirmando que los fantasmas son cúmulos de energía negativa o que se trata de imágenes holográficas de personas que han dejado impregnado el ambiente con su imagen y sus actividades.

CLASES DE FANTASMAS:

G. N. M. Tyrrell, autor de un clásico libro sobre el tema, Apparitions (Apariciones), publicado en 1943, identificaba cuatro grupos principales en base a la conducta adoptada por los presuntos espíritus, más conocida que su propia naturaleza.
  • Apariciones que frecuentan habitualmente un lugar determinado. Generalmente no suscitan miedo, son inofensivos y a veces llegan a ser tratados como un miembro más de la familia.
  • Apariciones post-mortem. Suelen tener lugar muy poco tiempo después de la muerte de la persona vista; no acostumbran a estar relacionadas con un lugar o un acontecimiento concreto.
  • Apariciones en casos críticos: el aparecido es alguien que está viviendo una experiencia importante (a menudo desconocida por el testigo de la aparición), como un accidente, una enfermedad o, por supuesto, la muerte.
  • Aparición inducida. En estos casos, el fantasma no es el de una persona muerta o moribunda, sino el de alguien vivo que intenta deliberadamente hacer que su imagen se haga visible a otra persona; se habla entonces de bilocación, si se trata de santos, o en el folclor alemán de doppelganger (en el irlandés, fetch).
FANTASMAS Y ESPIRITISMO:
Según el Espiritismo o "doctrina espírita", como se decía en el siglo XIX desde que este movimiento fue configurado por Allan Kardec y la teósofa Helena Petrovna Blavatsky, el alma humana sobrevive a la muerte del cuerpo material y dispone de un otro cuerpo llamado periespíritu. Los fantasmas serían seres humanos desencarnados capaces de manifestarse haciendo perceptible el periespíritu a los sentidos ordinarios. En el vocabulario espiritista no se utiliza la palabra fantasma, sino eidolon, espíritu, ente o entidad. Algunas almas no habrían pasado a otro nivel de existencia por miedo a quemarse eternamente, por simple obstinación o por poseer demasiado apego a este nivel de existencia o a algunas cosas y personas de este nivel de existencia. Otra explicación a este fenómeno, que permite una leve unificación entre la física contemporánea y esta creencia sobrenatural, y que se funda en presuntos experimentos llevados a cabo con equipo técnico en varias partes del mundo a partir de 1945, sugiere que al momento de morir, subsiste de algún modo la "información cuántica", el modelo molecular del ser vivo, la cual, mediante la combinación de factores adecuados,de espacio,tiempo y energìa, (sitios con apropiados niveles de energia del tipo iones positivos), se manifiesta como si tuviera un cuerpo (forma material difusa popularmente denominada "ectoplasma" o "periespíritu"), pudiendo realizar acciones (ruidos, movimiento de objetos,apariciones),lo cual depende en gran medida del voltaje e intensidad del campo de iones positivos presente en dicho lugar.


El fundamento principal de esta teoría se basa en que toda acción realizada en el espacio requiere una fuente de energía que es recargada por el espectro en estos lugares electromágneticamente saturados de cargas electrónicas libres (electrones sueltos en el aire u otras substancias). Dicho cuerpo difuso le proporcionarìa al espectro sensaciones similares a las de la persona viva, obviamente con sus limitaciones, pero sensaciones al fin y al cabo, lo que explicarìa tambièn los casos en los cuales las psicofonìas y otras anomalías captadas en sesiones de espiritismo reproducen frases inconclusas o absurdas como "siento frìo" o "yo, qué estoy haciendo aqui". De cualquier forma, esto no seria mas que un reflejo hologràfico-electrònico de un personaje muerto tiempo atrás.

FANTASMAS EN ESPAÑA:
  • La Santa Compaña gallega, Güestia asturiana o Estadea, Estantiga o Estantigua castellana, es una antiquísima procesión de fantasmas luminosos o con velones que da muy mal fario y presagia muerte, como la banshee irlandesa. Parece provenir de un antiquísimo mito divulgado por toda Europa, el de la Mesnie Hellequin.
  • La campana de Velilla en Aragón suena desde muy antiguo sin que nadie la toque para avisar grandes muertes y fallecimientos de personas notables, reyes, emperadores etcétera. El padre Feijoo intentó racionalizar el hecho sin sacar mucho en limpio.
  • Las teleplastias de Bélmez o Caras de Bélmez siguen sin explicación científica plausible alguna.
  • En el convento de San Juan de Dios en Olivenza (Badajoz), del s. XVI, antiguo monasterio de monjas clarisas y luego de monjes de San Juan de Dios, hospital militar y cuartel de carabineros, actual sede de la Escuela de Teatro y Danza de Extremadura, numerosas personas atestiguan haber oído una hermosa música de órgano y el canto religioso de una monja; sólo que no hay órgano en la actualidad y tampoco monjas. Asimismo se han documentado ruidos, pasos, voces -a veces, gritos de mujer-, golpes y sombras paseantes por el claustro.
  • En mitad de la carretera que pasa por el camping de Los Alfaques (Tarragona) aparecen algunos de los 243 turistas quemados vivos por el fuego de un famoso incendio provocado el 11 de julio de 1978 por el accidente de un camión de propileno inflamable, provocando grandes sustos.

  • La actual sede del Catastro de Granada goza de la siniestra fama de ser uno de los lugares más encantados de España. Los rumores remontan a los años setenta del siglo XX, pero son muy anteriores: hay tradiciones que hablan de maldiciones, desprendimientos de imágenes religiosas y otros objetos en el templo que hubo allí en siglos anteriores, de ruidos extraños y de la propensión a accidentes y caídas de objetos que asustaba a los trabajadores del lugar cuando fue un almacén. Se encuentra emplazada sobre antiguos enterramientos en un lugar donde hubo tres mezquitas, un aljibe para abluciones y una rápita, así como dos antiguas iglesias posteriores consagradas a la Magdalena. Muchos vigilantes han dejado su trabajo; los cajones y archiveros se abren, las máquinas escriben solas, los objetos desaparecen o se mueven, se ven sombras, suenan ruidos inexplicables y hay violentos descensos de temperatura... En 1985 se convirtió en la Diputación de Granada, motivo por el cual se empezaron a divulgarse en los periódicos, por parte de funcionarios asustados, los habituales fenómenos de poltergeist del lugar. Cuanto más se estudiaba la historia del lugar, más hechos malditos y luctuosos se descubrían; una extraña sensación hace a la gente desear salir del edificio. El lugar es uno de los más estudiados por la parapsicología española.

  • La Casa de las Siete Chimeneas de Madrid cuenta con el fantasma de una joven desposada que murió de pena cuando su marido, un joven capitán, murió en la Batalla de San Quintín; en ese mismo lugar se suicidó su padre ahorcándose en una de las vigas de la mansión. Se dice que la joven era amante del rey y éste envió a su marido a la batalla para que muriera, y también que el padre emparedó a la hija para ocultar un incesto; el caso es que se aparecía una dama blanca con antorcha dándose golpes en el pecho algunas noches en el tejado y tras el toque de ánimas. También se habla de una muchacha casada con un viejo rico que fue asesinada a puñaladas en su sótano, encontrándose esparcidas sus arras.
  • En la calle Monasterio de Madrid hay una tienda anticuaria, El baúl del monje, que se asienta en una casa donde pereció anteriormente un abogado en un violento incendio. Cuando se emprendieron obras de reforma en 1998 aconteció uno de los poltergeist más violentos que se han documentado en España: lámparas que se movían, desplazamientos y choques de objetos y estatuas, portazos, ruidos, muebles que se colocaban en el pasillo para impedir el paso, manecillas de reloj que se movían a toda velocidad, e incluso el extrañísimo y raro fenómeno de los aportes, esto es, en parapsicología, materializaciones de objetos, en este caso monedas fuera de circulación, botones, esquirlas de vidrio y trozos de madera quemada que caían del techo a toda velocidad. Asimismo, distorsiones electromagnéticas tales que incluso anulaban el campo magnético terrestre para acercarlo a cero.
  • Acaso el primer caso de poltergeist en España documentado fue en 1724, cuando el médico y escritor Diego de Torres Villarroel acudió llamado por la Condesa de Arcos a su casa, situada en la calle Fuencarral, para ser testigo de un fenómeno paranormal. El mismo escribió en su Vida: "Puedo asegurar que quince noches me tuvo en vela y desasosegado un ruido horroroso que oí en una casa en Madrid [...] tan fuera del orden natural, como derribarse los cuadros, sin caer el clavo ni la argolla, abrirse las puertas estando cerradas con llaves y cerrojos, rodar la plata sin romperse..." Toda la servidumbre se había encerrado a dormir en el amplio salón, del miedo que sufrían ante los fenómenos, consistentes en repetidos golpes y movimientos de objetos, y el propio poeta contempló la caída de varios cuadros en una habitación. No pudo averiguar el origen de esos ruidos, aunque sí tuvo claro que no se trataba de una broma.

  • El llamado Duende de Zaragoza se manifestó por vez primera a las seis y media de la mañana del 27 de septiembre de 1934 en el número 2 de la calle zaragozana Gascón de Gotor, en una casa vecinal donde hoy se encuentra un bloque de pisos que en su memoria se llama Edificio Duende, y el fenómeno duró unos tres meses, hasta fines de diciembre de 1934, atrayendo la atención internacional; la voz se despidió amenazando de muerte a todo el edificio. Todo empezó cuando sonaron unas estruendosas carcajadas en uno de los rellanos de la escalera; luego se manifestó una voz (al principio afeminada, luego varonil; las diferencias según el testimonio sugieren que tal vez fuesen voces diferentes) que salió de uno de los quemadores de la cocina de la familia Palazón el 15 de noviembre, quejándose ay a la criada Pascuala Alcocer en tono de voz lejano, y profiriendo también carcajadas e insultos menores, o dirigiéndose a la ama de la casa, María, ven. La entidad era de la clase de las interactivas, sostenía conversaciones y conocía cuanto pasaba en el cuarto (si la luz estaba encendida o apagada, podía contar la gente que había en el cuarto, medir con exactitud objetos exteriores e interiores del edificio y responder a preguntas); su acento era socarrón; la familia Palazón abandonó el piso asustada y lo ocupó otra familia, los Grijalva; el duende siguió manifestándose, y hablaba con más facilidad cuando se dirigían a él sus conocidos y especialmente el niño de la casa, Arturo Grijalva Torre. Se descartó que fuera un fenómeno de ventriloquía inconsciente provocada por la histeria de la criada, porque el fenómeno se producía también en su ausencia, y el juez Pablo de Pablos mandó desarmar la cocina, inspeccionar las tuberías y aislar el lugar, sin encontrar nada positivo. Dictaminó pues que se trataba de un caso parapsicológico. Un nuevo Juez, Luis Fernando, aplicó la censura al caso echando la culpa a la criada adolescente. El sumario ha desaparecido. El duende no estaba contento con esa curiosidad, y de vez en cuando decía "ya estoy aquí, cobardes, cobardes". El diálogo más citado es este:
-Policía: ¿Quién eres? ¿Por qué haces esto? ¿Lo haces por dinero?.
-Voz: No.
- Policía: ¿Quieres trabajo?.
- Voz: No.
- Policía: Entonces, ¿qué quieres, hombre?.
- Voz: Nada; no soy hombre.
Por la mañana saludaba dando los buenos días y por la noche se despedía con buenas noches. Algunos afirman que, por extrañas circunstancias de la construcción del edificio, una sola de las cocinas tenia comunicación directa con la que difundía la voz del duende, donde vivían unos jóvenes que rondaban de esta manera a la criada o empleada de hogar, aunque esta información fue oscurecida, escondida y apenas difundida, como suele acaecer en estos casos; la explicación no logra, sin embargo, determinar cómo podía conocer la voz lo que ocurría en la habitación.
  • El Teatro Novedades de Madrid se incendió el 23 de septiembre de 1928; en menos de una hora todo se redujo a escombros. Murieron 67 personas y quedaron heridas o quemadas en diverso grado más de 200. A partir de entonces, muchos vecinos de la plaza de Santa Ana donde se situaba dijeron que un espíritu aturdido y nada hostil se mostraba con asiduidad para recordar este siniestro. Otros seguían oyendo los gritos de las víctimas del teatro incluso varios meses después.
  • El Conde Estruch es la versión hispanocatalana del Conde Drácula, pero desde que le destruyeron en la Guerra Civil el Castillo de Llers no tiene donde aparecerse.
  • El Dip es un perro vampiro muy documentado en la parte nororiental de España. La Pesanta es un perro enorme, a veces un gato, que se aparece sobre el pecho de los durmientes para con su peso impedirles respirar y crearles pesadillas. En ese sentido son muy parecidos a una clase de trasgos y duendes.

  • El Palacio de Linares (hoy Casa de América), en Madrid, fue construido en el siglo XIX, levantada por nobles españoles cuya fortuna era de origen indiano. Allí, se dice, vivieron dos hermanos que sin saber que lo eran se casaron y tuvieron una hija. Al revelarse la verdad, la niña terminó en un hospicio bajo el nombre de María Rosales y la madre, Raimunda, murió ahogada en el pozo del jardín. Los fantasmas de la muchacha y de la madre, en todo caso, se quedaron llorando en los salones y corredores de la mansión, que con el tiempo fue abandonada. En los últimos años, serísimos "expertos" españoles han logrado incluso grabar la voz de alguien que clama por su madre.
  • El Museo de Arte Moderno Reina Sofía de Madrid tiene desquiciados a algunos vigilantes nocturnos que escuchan voces, ven subir y bajar solos a los ascensores y moverse objetos. El edificio fue anteriormente un hospital muy antiguo.
  • Sevilla, ciudad de caudalosa historia, cuenta también con no pocos fantasmas. El más documentado es el de Sor Úrsula, una monja de la Orden de la Caridad que se aparece en el Hospital de las Cinco Llagas, un edificio renacentista que alberga hoy al Parlamento de Andalucía. Vaga por los pasillos del edificio y frecuenta la sala de enfermos y la antigua sacristía. En la Diputación de Sevilla se pasean fantasmas por los corredores del antiguo cuartel. Nadie se atreve a pasear por la calle Verde las noches del último viernes de cada mes, allí donde existe el estrecho pasadizo de la vieja judería. También hay un caballero difuminado con capa y gola que habita los altos de una farmacia de la calle Francos.
  • El del palacio de la plaza de Santa Eulalia (Murcia); una mujer se aparece cada noche en el tejado gritando terribles lamentos. En el siglo XI, la familia Saavedra habitaba el palacio y la esposa de uno de los aristócratas fue infiel.
  • El del Castillo de la Concepción (Cartagena): se aparece por las noches una mujer que fue emparedada entre sus muros.
  • En la biblioteca municipal de Alcantarilla se escuchan lamentos al llegar la noche. El edificio fue sede de la Inquisición durante el siglo XVIII.
  • En el antiguo sanatorio para tuberculosos de Sierra Espuña, cerrado en 1962, se aparece el fantasma de una mujer y se producen fenómenos poltergeist como por ejemplo ventanas y puertas que se cierran de repente.
  • El del palacete de la calle Siervas de Jesus (Murcia). Un noble degolló a una novicia de la que estaba enamorado. Desde entonces ocurren fenómenos extraños.
  • En la costa murciana se han visto algunos fantasmas, como el de una princesa rusa que fue asesinada por el dueño de la isla del Barón o el barco fantasma que según cuentan los pescadores se ve al alba del día de la Virgen.

    Casa de los ruidos-La Cornudilla
  • La Cornudilla es un pueblo fantasma que pertenece al término municipal de Requena, muy cercano a las aldeas de los Marcos y los Ruices. Durante los años cincuenta hubo mucha actividad paranormal allí, especialmente en la llamada Casa del ruido; ahora apenas quedan unos muros en pie.
  • En el pub "El Granero" de la ciudad de Granada se aparece un monje llamado Lorenzo. El local formaba parte del Palacio de Abrantes, que fue construido en el siglo XVI.
  • En el teatro Cervantes de Almería se aparecen los fantasmas de la actriz Conchita Robles, asesinada ante el público el 13 de enero de 1923 cuando representaba Santa Isabel de Ceres de Alfonso Vidal y Planas, el de un joven asesinado también por el mismo criminal y el de un señor mayor.[4]
  • En el Convento de la Merced de Gibraltar, ahora del Instituto Cervantes, se aparece el fantasma de una monja

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