Consejería de Bienestar Social |
La leyenda de la Dama de Rosa del antiguo Hospital de la Cigüeña, actualmente sede de la Consejería de Bienestar Social, fue una historia que saltó en los rotativos de la Comunidad Valenciana en la década de los 90.
La antigua Clínica de Maternidad, institución fundada y subvencionada por la Caja de Ahorros de Valencia, es hoy sede de una Consellería. Su aspecto actual se debe a la reforma de 1951. Estilo casticista ecléctico. Obra del arquitecto Antonio Gómez Davó. Consta de bajo, tres plantas y ático. La fachada curva se retranquea en el chaflán, conformando un jardín en donde la antigua entrada de ambulancias se cubre con el gran balcón de la planta primera.
El periódico de las Provincias divulgó una serie de sucesos paranormales que ocurrieron en una mansión situada en el Paseo de la Alameda, así el 22 de Marzo de 1990 el periódico de las Provincias llegaba a los valencianos con la siguiente noticia: “El fantasma de la mujer vestida de rosa se llama Lourdes. La Consejería de Sanidad, que tiene su sede en el edificio de la maternidad llamada antiguamente La Cigüeña, está estos días absolutamente revolucionada con el fantasma de la mujer vestida con un camisón rosa que vaga por las noches en busca de su hijo”.
Gente que trabajaba allí, sobre todo personal de seguridad, comentaban que se oía el llanto lejano de un niño, un llanto desgarrador y que allí no había nadie más. Lo que si veían era una silueta.
Los rumores apuntaban a la visión de una mujer alta, embarazada y vestida con un camisón rosa adornado con lazos en ambos hombros, que deambula durante la noche intentando encontrar a un niño que llora en no se sabe dónde. El recorrido de la madre incorpórea finaliza antes de que despunte el alba en una inexistente sala de incubadoras…
Según algunos informes en toda la historia de La Cigüeña como Clínica de Maternidad, únicamente murieron dos mujeres y de esas dos tan sólo una llegó a dar a luz al niño. Al parecer, madre e hijo murieron con pocas horas de diferencia. La mujer era joven y aquel era su primer hijo en el que había puesto toda la ilusión del mundo. Dicha mujer era la esposa de un médico, se llamaba Lourdes y nada hacía sospechar que el parto se complicaría y ambos morirían…¿Será Lourdes la Dama de Rosa?
Uno persona que trabajó allí como vigilante de seguridad comentaba: “Tres años como vigilante de seguridad y muchísimas noches de esos años solo en el edificio dan para ver y a veces, hasta imaginar cosas. La verdad es que nunca vi a la supuesta fantasma ni oí gritos o lloros de ningún niño. No obstante, para ser sincero, a veces pasaban cosas (siempre de noche), difíciles de explicar. Muchos compañeros nunca quisieron pisar lo que por aquel entonces era la Conselleria de Trabajo y otros duraron muy poco, en fin, yo solo puedo decir que algunas situaciones que se dieron allí no obedecían a ninguna lógica pero uno tenía que currar y lo mejor fue, cuando se dio el caso, afrontarlo de forma que no me afectará y considerarlo como algo “normal” y no paranormal, aunque no se…”
Cuando empezaron a sucederse estas historias un periódico publicó :“El fantasma de la Conselleria, fruto de la imaginación de un guarda jurado que escribe novelas de terror”. El guardia de seguridad al que hacía alusión era José Antonio C., el cual sirvió como chivo expiatorio para negar y ridiculizar dichos fenómenos, nada más alejado de la realidad ya que Jose Antonio fue el primero en evitar que esto trascendiera.
José Antonio C. contó que hacía sólo una semana que su agencia le había encargado la vigilancia nocturna del edificio, aunque él era ya un experimentado guarda. Entre otras cosas, su función consistía en ir cerrando las ventanas de los despachos y comprobar que ningún funcionario se hubiera dejado alguna luz encendida antes de abandonar el recinto. Tenía la costumbre de hacer la ronda a oscuras tan sólo alumbrándose con una linterna pues, según él, así se veía mejor si algún ordenador, fax o fotocopiadora había quedado conectado e inmediatamente ocuparse en apagarlos.
Fue entonces cuando, paseando por la tercera planta (de las cuatro que hay en total) y aún a oscuras, sintió, como si algo se le echase encima, según sus palabras “una especie de sensación, una fuerza o algo así, pero sólida.” Parece que aquella “sensación” no se conformó con pasar a través de él una sola vez, y se repitió al menos dos veces más. Asustado por la experiencia, decidió bajar inmediatamente donde hubiera luz, a la última planta, e intentó tranquilizarse buscando una explicación que justificara su extraña vivencia.
En el momento en que estaba absorto en estos pensamientos, oyó como el ascensor, que se hallaba en un piso superior, se ponía en marcha y paraba, para el asombro de José Antonio C., en la sala de recepción, donde él se hallaba, abriéndose la puerta y no encontrándose nadie en su interior (recordemos que para entonces, no quedaba nadie en el edificio, excepto José Antonio C.), entonces decidió salir fuera y quedarse en la puerta hasta que amaneciera y se le relevara de su turno, eso sí, sin abandonar su puesto.
La noche siguiente no fue mucho mejor, sacando fuerzas de cualquier parte, volvió a enfrentarse a su situación. Sucedieron entonces otros pequeños episodios. Procuró hacer la ronda, en esta ocasión con todas las luces encendidas y antes de que el jefe de mantenimiento y los de limpieza se marcharan. Cuando terminó y todo el personal se hubo ido, empezó a oír una especie de golpes que provenían de lo que supuso era la tercera o cuarta planta. Según cuenta, los golpes eran fuertes y como intencionados, parecían reclamar su atención, pero con el miedo y en vistas de que debía permanecer allí hasta el amanecer, decidió sumergirse en la lectura de un libro y procurar olvidarse del asunto, no sin echar de vez en cuando, tímidos vistazos hacia el ascensor.
Otro día cuando todos se marcharon, él, como en noches precedentes, ya había realizado su ronda, cuando nuevamente se volvieron a producir los ya conocidos golpes pero esta vez acompañados de lo que parecían ser “llantos de niño” . Esta vez su miedo ya fue considerable, pero no tanto como cuando vio deslizarse por las escaleras, momentos después, lo que parecía una sombra casi antropomorfa que se dirigía hacia él, tenía el aspecto de una nube muy concentrada y según refirió “era una cosa inteligente”.
Paco, el jefe de mantenimiento del edificio y jefe de José Antonio C., aseguró a éste cuando le contó lo vivido por la noche, que él no era el único en padecer este fenómeno, él mismo había tenido algún encuentro con esa “entidad” así como un Conseller.
José Antonio C. se despidió a los pocos días de la empresa de seguridad Protecsa en la cual trabajaba.
Según Paco una noche decidió quedarse después de su hora habitual a terminar una pequeña maqueta de avión en la que estaba trabajando en su tiempo libre. En ese instante comenzó a oír como si alguien en el piso superior caminara con lo que parecían ser unos zapatos de tacón, sorprendido por el sonido decidió subir sólo para comprobar que allí no había nadie.
Cuando regresó a su mesa vio que sus herramientas de montaje no estaban en el mismo lugar en donde las había dejado. A partir de ese día nunca más volvió a quedarse en aquel lugar después de su horario laboral. Según Paco un Conseller le había asegurado que también llegó a oír aquellos pasos y que alguno de sus colegas y empleados sintieron y vieron alguna cosa, siempre eso sí, caída la noche.
Alarmas que se disparaban solas y volvían a apagarse sin ningún motivo o bien teléfonos que sonaban constantemente a horas tan intempestivas y a las que nadie contestaba, cambios bruscos de temperatura, etc., son hechos que han pasado en este edificio. El parapsicólogo Jesús Genaro realizó una ardua investigación en los pasillos y salas de la antigua clínica de maternidad. Las grabaciones de vídeo, los aparatos de rayos infrarrojos para captar psicoimágenes, los detectores de aire y movimiento y las psicofonías dieron un resultado negativo.
Otro de los vigilantes que trabajó allí comenta lo siguiente acerca del relato de José Antonio: “Lo del ascensor puedo corroborar que era verdad. En mi época el edificio estaba dividido en dos Consellerias: Agricultura y Trabajo, (solo separadas por puertas de emergencia). Yo estaba en la de Trabajo y una noche me llamó por teléfono el vigilante de la otra empresa que hacia el servicio en la Conselleria de Agricultura pidiéndome por favor que fuera donde estaba el pues pasaba algo raro. Enseguida acudí y pude ver como el ascensor subía y bajaba solo. Estuve haciendo unas rondas con el y lo acompañé hasta la hora de finalizar el servicio, las 07:00 horas.Lo del ascensor, pues eso, que mucha explicación no tenía ya que revisamos todas las plantas y todo estaba bien. La verdad, no se lo que pasó,me informé días después y aunque habían venido a hacerle una revisión el ascensor estaba bien, al vigilante de esta empresa ya no volví a verlo más por allí, pero esto era común entre muchos de los que iban a hacer servicios allí.”
Esta hubiese sido una leyenda más acerca de una Dama si no fuera porque en la década de los años 70 la “Cigüeña” concentró la mayoría de casos de niños robados, según Enrique Vila el abogado de la Asociación Nacional de Afectados por Adopciones Irregulares(Anadir).
¿Será la Dama de Rosa una de estas madres estafadas a la que dijeron que su hijo había muerto durante el alumbramiento y enterada ya de la cruel realidad, busca sin descanso en lo que fue entonces la sala de incubadoras a su bebé guiada por el desconsolado llanto de éste?
Fuentes consultadas:www.historiasdeenfermeras.blogspot.com
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