POZO DE ALMAS

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domingo, 7 de agosto de 2011

EL SANTO SUDARIO DE OVIEDO

En la Catedral de Oviedo  se conserva, con gran veneración del pueblo cristiano, el llamado "Santo Sudario", que según fuentes históricas bien documentadas llegó allí en los años de la invasión musulmana de España, procedente de la Catedral de Toledo. El Santo Sudario de Oviedo, según la tradición, fue colocado sobre el rostro de Jesucristo en el descendimiento de la cruz y hasta su definitivo entierro. Se trata de una reliquia directamente relacionada con la Sábana Santa de Turín, como comprobaremos en las páginas que siguen.
 

    El Arzobispo de Oviedo, con ocasión  del I Congreso Internacional del Santo Sudario, afirmó lo siguiente: 

    "La devoción del pueblo cristiano a este recordatorio de la Pasión de Jesús es conmovedora. Como movidos por un poderoso resorte interior, miles de fieles cristianos vienen todos los años a nuestra Catedral para  recibir la bendición con el Santo Sudario y manifiestan de esa manera su profundo respeto por este tesoro religioso que hemos recibido de nuestros padres y que debemos conservar cuidadosamente, rodeándolo de la estima y veneración que nos merece este testigo elocuente de Jesucristo crucificado".


UN LARGO ITINERARIO

El Santo Sudario de Oviedo llegó a la bella ciudad asturiana después de un largo itinerario.

    Los primeros cristianos debieron conservar en Jerusalén una serie de objetos directamente relacionados con Jesús. Según la tradición, estas reliquias se conservaban en lo que se llamó el Arca Santa. 

    Hacia el año 614, ante  la inminente invasión de los persas, se hizo necesario poner a salvo el arca con las reliquias. Según los datos de la tradición, el  presbítero Filipo fue el encargado de llevar las reliquias hasta Alejandría.

    El empuje de los persas en África dio lugar a nuevos traslados, de modo que el arca con las reliquias llegó a España.  El obispo de Ecija, San Fulgencio, acogió a los huidos, que llegaron a la península por Cartagena, y puso las reliquias en manos de San Leandro, obispo de Sevilla, que era al mismo tiempo su superior y su hermano. Más tarde, cuando San Ildefonso fue nombrado obispo de Toledo, se llevó consigo el arca con las reliquias.

   El Diccionario Eclesiástico de España señala la presencia de la misma en los primeros años del S. VII.

    En la primera mitad del S. VIII, una nueva arca -de roble- sale de Toledo en dirección al norte, esta vez coincidiendo prácticamente su traslado con la invasión musulmana y llegando a Asturias -según diversos autores- entre el 812 y el 842.

    Para albergar tal tesoro, Alfonso II el Casto mandó construir la llamada "Cámara Santa", que inicialmente sería la capilla de su palacio, y que hoy se halla incorporada a la Catedral gótica que se edificó posteriormente. Desde ese momento la denominada "Arca Santa" y su contenido han recibido la veneración constante de los asturianos, a pesar de las diversas vicisitudes históricas

    Que el Sudario está en Oviedo desde muy antiguo es algo que no se discute. En 1075, con ocasión de la visita del Rey Alfonso VI ,se procedió a la apertura del Arca y la realización de un inventario de los distintos objetos guardados en ella. El monarca ordenó que se la recubriera de plata como homenaje a su precioso contenido. En el recubrimiento del Arca Santa podemos leer la fecha de su realización (el año 1113) y la relación del contenido que atesoraba. Se menciona expresamente "el Santo Sudario de N. S. J. C.". Desde ese momento son constantes las referencias documentales al Sudario, puesto que se hicieron diversos inventarios. No hay circunstancia alguna que permita dudar de la permanencia ininterrumpida de la reliquia en Asturias.  Su fama llegó a ser tal durante la Edad Media que, a pesar de la dificultad que suponía atravesar el macizo montañoso que separa Asturias de Castilla, muchos peregrinos se desviaban del Camino francés a Compostela para acercarse a San Salvador de Oviedo (la Catedral) y venerar el "Arca Santa" de las reliquias.

                                 EL ARCA SANTA

En esta arca se conserva el Santo Sudario de Oviedo

LA IMÁGEN DEL LIENZO

El Santo Sudario de Oviedo es una tela blanca en origen, de lino, con textura tafetán, manchada, sucia y arrugada. Tiene forma rectangular, aunque con alguna irregularidad, y mide 83 por 53 centímetros. aproximadamente. Presenta numerosísimas manchas de diversos tonos, de color fundamentalmente marrón claro.

   Salta a la vista en la observación de la tela dos manchas simétricas con respecto a su  eje menor, que son de color marrón con diversas intensidades.

    Se le denomina tradicionalmente "Santo Sudario" o "Santo Rostro" a pesar de que en él no se puede apreciar rostro alguno.
Gracias al tratamiento de la imagen fotográfica, aquí se han señalado con mayor precisión las manchas que se aprecian en el sudario. 

    En el lienzo se observan, además de las manchas, unas importantes arrugas y también unas pequeñas perforaciones o agujeros. 


ESTUDIOS HEMATOLÓGICOS

 El Santo Sudario ha sido sometido a estudios hematológicos por especialistas de Medicina Legal (entre otros, por Don José Delfín Villalaín Blanco, Catedrático de Medicina Legal  de la Universidad de Valencia). Mediante estos análisis, tomados a partir del examen de los filamentos del lienzo con manchas que parecían ser de sangre, de lo que se trataba era de verificar si de verdad eran restos de sangre, tras lo que la investigación debía determinar si se trataba de sangre humana y de averiguar sus características y la forma en la que se produjo la mancha. Al fin y al cabo, se trata de algo hasta cierto punto normal para la Medicina Legal, que, a través de sus sofisticadas técnicas, es capaz de resolver asesinatos a partir tan sólo del examen de restos de ropa con manchas de sangre.

La primera sorpresa que se llevaron los especialistas fue el  comprobar la existencia de hematíes (se observan en la foto) perfectamente conservados en el examen microscópico de una de las pequeñas costras de apariencia hemática obtenida del lienzo. Con esto se confirmaba que se trataba de sangre.  El estudio sistemático medicolegal de dos pequeños filamentos permitió llegar a la misma conclusión. 

    Determinado que se trataba de sangre, los estudios se centraron en averiguar si se trataba de sangre humana o de alguna otra especie. Utilizando los correspondientes procedimientos científicos se pudo determinar que se trataba de manchas producidas por sangre humana. Averiguado estos, la Sección de Biología de la Escuela de Medicina Legal procedió a una identificación del tipo de grupo sanguíneo, de lo que se extrajo que el grupo sanguíneo de la sangre de la mancha era AB.

     Averiguado todo ello, sólo restaba a los  expertos en Medicina Legal explicar cómo se formó la mancha.


FORMACIÓN DE LA MANCHA DE SANGRE

Los estudios de Medicina Legal a que ha sido sometido el Santo Sudario han permitido reconstruir la forma en la que formaron las manchas. El Sudario debió colocarse  sobre la cabeza desfigurada del crucificado ya muerto, según se puede ver en estas dos fotografías. La primera posición del sudario fue seguramente la de la fotografía de la izquierda: el sudario fue colocado todavía cuando el cuerpo muerto colgaba de la cruz y se sujetó con alfileres al cabello. Al producirse la rigidez cadavérica fluye entonces edema pulmonar que moja  barba y bigote.

 El cadáver fue luego descolgado. En ese momento, por desaparecer el obstáculo del brazo derecho levantado, la tela se colocaría mejor, rodeando totalmente la cabeza y se sujetaría por detrás, posiblemente por un nudo. Tras ello el cuerpo fue  colocado sobre su costado derecho. Continúa manando por la nariz suavemente líquido pulmonar, que forma la mancha propia del macizo facial, del dorso de la nariz y de la frente, que se suma a las anteriores, configurando la mancha general más extensa, suave y progresivamente.

El hombre del sudario estuvo en posición vertical una hora y posteriormente en decúbito prono lateral derecho alrededor de una hora más.  
Cuando se movilizan los brazos (para el transporte) aparece entonces la salida brusca y tumultuosa del líquido pulmonar, arrastrando partículas de sangre. Esto es común en los cadáveres de personas muertas por encharcamiento pulmonar. Probablemente durante el traslado se intentó tapar esta salida de líquido apretando con la mano.

Una vez en el sepulcro debieron tirar del sudario para quitarlo de la cabeza. El sudario quedó enrollado sobre sí mismo en un sitio. Esta posición coincide exactamente con el texto de Juan.


CONCLUSIONES FINALES

El estudio  hematológico y de Medicina Legal efectuado realiza las siguientes conclusiones:

  • El Sudario de Oviedo muestra manchas originadas por sangre humana del grupo AB.

  • Este lienzo está sucio, arrugado, parcialmente roto y quemado; tiene un elevado nivel de contaminación, pero no muestra signos de manipulación fraudulenta. 

  • Parece ser un lienzo mortuorio que, con toda probabilidad, estuvo colocado sobre la cabeza del cadáver de un hombre adulto, normalmente constituido.

  •             El hombre del lienzo tenía bigote, barba y pelo largo recogido en la nuca.

  •             En la zona suboccipital, presentaba una serie de heridas punzantes, producidas en vida, que habían sangrado alrededor de un hora antes de colocar el lienzo mortuorio sobre ellas.

  •          Su boca estaba cerrada y la nariz aplastada y desviada hacia la derecha por la presión de lienzo mortuorio.

  •          Dicho sujeto era cadáver. El mecanismo de formación de las manchas es incompatible con cualquier posible movimiento respiratorio.

  •          El Hombre del Sudario padeció un gran edema o encharcamiento pulmonar como consecuencia del proceso terminal. Sobre el lienzo que estuvo en contacto con la cara del cadáver, aparecen numerosas manchas originadas por líquido de edema pulmonar y sangre en la proporción 6:1 producidas en momentos distintos y consecutivos.

  •          Ocurrida la muerte, el cadáver estuvo en posición vertical, en torno a una hora, y tenía, al menos, el brazo derecho levantado y la cabeza flexionada 70 grados hacia adelante y 20 grados a la derecha en relación a la vertical.

  •          Posteriormente, sin alterar la posición de los brazos fue colocado en decúbito prono lateral derecho, manteniendo el giro de la cabeza 20 grados a la derecha y colocando ésta a 115 grados respecto a la vertical, con la frente apoyada sobre una superficie dura, posición en la que se le mantuvo alrededor de 45 minutos.

  •          Posteriormente el cadáver fue movilizado al tiempo que una mano ajena, en diversas posiciones trataba de contener la salida de líquido serohemático por la nariz.

  •          Por último fue colocado en decúbito supino.

En la época de Jesús un sudario era un pañolón (equivalente, aunque algo mayor a uno de nuestros pañuelos actuales) que se usaba como una pequeña toalla para quitarse el sudor de la cabeza o limpiarse la cara en caso de necesidad. La Enciclopedia Universal Judía recoge la prescripción según la cual cuando un cadáver tenía desfigurado o mutilado el rostro era imprescindible que este fuera cubierto con un velo para ocultarlo a los ojos de la gente. No es extraño que se empleara para este menester el pañolón -sudario- que se tenía a mano (en ocasiones enrollado en la muñeca) y que se colocara sobre el difunto aun antes del entierro.

    Por otra parte sabemos que uno de los "lienzos funerarios" empleados en enterramientos judíos es el sudario, y que cubre exclusivamente el rostro. San Juan en su evangelio menciona en dos ocasiones un sudario sobre la cabeza de un cadáver. En el relato de la resurrección de Lázaro (Jn 11,44) dice que salió el muerto "atado de pies y manos y envuelta la cabeza en un sudario" pero el texto evangélico más importante del Apóstol en este punto es el Cap. XX. En sus versículos 6 y 7 distingue claramente entre los lienzos en los que fue envuelto el cadáver (entre ellos, lógicamente, la Sábana que mencionan los evangelios sinópticos) y "el sudario que había estado sobre su cabeza".

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