martes, 4 de marzo de 2014

PARA SEGUIR VOLVIENDO A CASA...

Extrañando a las sacerdotisas de la mitología, una voz interior
me preguntó:

—¿Por qué no hay sacerdotisas?
Y una mujer me respondió:
Las sacerdotisas están en todas las mujeres, son las guardianas del santuario del silencio y de las dualidades humanas . Disfrutan de la ambrosía de los dioses a través de los poros. Llevan una tiara en su cabeza que se comunica con el compendio interno de las leyes universales. En medio de su sabiduría entienden que ellas se pertenecen a sí mismas, no son de nadie. La mujer que no necesariamente es virgen. Así su independencia la lleva a crecer, a no amarrarse, a vivir su vida libre de vínculos que no la dejen crecer.
Y de pronto vi una imagen de una mujer pisando una media luna y casi al tiempo volví a escuchar la misma voz:
Ella pisa la media luna como símbolo del ritmo de la vida, conoce la periodicidad y el ritmo. Es la dueña de la percepción, la intuición y abraza el mundo de los sueños. Sola, para poder adentrarse en su interior y descubrir las claves del destino en medio de retrospecciones íntimas.
Me sorprendió la respuesta y comprendí que entrar en mi interior era necesario para vivir y armonizar mi vida, descifrar el Cosmos que escapa a toda comprensión, encontrar preguntas a respuestas y enigmas por descifrar. Es la esencia femenina que se preocupa más por crecer que por materializarse.

La sacerdotisa - Ethel Saavedra García 
Imagen: Twilight in the Forest - Helen Nelson Reed

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