Una nueva solución para un antiguo enigma está reavivando el debate sobre la naturaleza de un misterioso yacimiento prehistórico conocido como el Stonehenge de Tierra Santa. El sitio arqueológico, conocido como Rujm al-Hiri y situado en los Altos del Golán, ha sido largamente estudiado por los investigadores, que nunca se han puesto de acuerdo sobre su verdadera función. Algunos creen que se trata de un observatorio astronómico, o un algún tipo de templo astrológico, otros se decantan por pensar que es un tipo de complejo funerario. Una nueva teoría, propuesta por el arqueólogo Rami Arav, de la Universidad de Nebraska, propone que la estructura se trata de un antiguo método para deshacerse de los muertos.
El nombre del yacimiento, Rujm al-Hiri, significa literalmente “montón de piedras de los gatos salvajes” en árabe. En hebréo el sitio es conocido como Galgal Refaim, o la “rueda de los fantasmas”. El sitio fue descubierto por un grupo de investigadores en 1968, un año después de que Israel arrebatara a Siria los Altos del Golán, tras la Guerra de los Seis Días, y a pesar de esto su naturaleza misteriosa atrajo a unos cuantos visitantes. Hoy en día el yacimiento sigue sin estar señalizado y sólo se puede acceder a él tras una hora de caminata desde la carretera más cercana. Está rodeado de antiguas minas, un bunker militar abandonado y algunas cabezas de ganado.
Aunque Rujm al-Hiri no es especialmente atractivo visto a nivel del suelo la cosa cambia si se observa desde el aire. El sitio está formado por cuatro círculos —el más externo mide unos 150 metros de diámetro— construidos con, aproximadamente, 42.000 toneladas de piedra basáltica. Los círculos son en realidad las ruinas de unos muros gigantescos que, según los expertos, podrían haber medido nueve metros de alto. Se trataría pues de una arquitectura megalítica de hace 6.000 años construida por una sociedad de la que poco se conoce.
Parece probable que Rujm al-Hiri perteneciera a los residentes de unas villas encontradas cerca, que formaban parte de la misma civilización agrícola que habitó Tierra Santa en la Edad de Cobre, entre el 4500 y el 3500 a.C, antes, en cualquier caso, de que los israelitas llegarán allí, como mucho en torno al tercer mileno. Más allá de esto, no se conoce por qué razón se construyó una estructura tan grande, teniendo en cuenta que no es una fortaleza y su localización no es en absoluto estratégica.
Interpretaciones para todos los gustos
Muchos estudiosos han identificado Rujm al-Hiri como una especie de centro ritual, que podría servir para realizar algunos cálculos astronómicos. El arqueólogo Yonathan Mizrahi, uno de los primeros que exploró el yacimiento, descubrió que si alguien se hubiera colocado en el centro de la construcción en la mañana del solsticio de verano del 3.000 a.C, “el primer rayo de sol habría aparecido en el centro mismo de la entrada noroeste del muro opuesto”.
Al igual que Stonehenge —cuya datación más temprana lo sitúa en 3000 a.C—, Rujm al-Hiri también ha dado pábulo a ideas de menos entidad científica. Una es que el lugar es la tumba del legendario gigante bíblico Og, rey de Bashan. De hecho, hay una tumba en el centro del yacimiento, pero los académicos están relativamente de acuerdo en que fue añadida un milenio después de que se erigieran los círculos.
Un autoproclamado experto en campos de energía sobrenatural visitó la excavación en 2007 y anunció que ésta presentaba altos niveles de vibración y energía, razón por la cual, según sugirió, sus creadores eligieron esa localización. Un profesional de la psíquica, consultado después por el mismo personaje, declaró que Rujm al-Hiri había sido un centro de curación construido gracias a los conocimientos de la “antigua Babel” y regentado por una sacerdotisa de nombre Nogia Nogia.
Una nueva teoría para resolver el misterio
La teoría que mantiene Arav, que dirige la excavación de un yacimiento arqueológico cercano desde 1980, parte de una aproximación más amplia sobre la civilización local en la Edad de Cobre y en similitudes que ha observado respecto a otras culturas. Arav publicó su idea sobre la materia en la publicación estadounidense Biblical Archaeology Review.
Según el arqueólogo, la civilización de la Edad del Bronce en Tierra Santa enterró a sus muertos en osarios, pequeñas cajas utilizadas para guardar huesos. El uso de estos osarios requería que primero se retirase el músculo, lo que puede conseguirse mediante el enterramiento del cuerpo en una tumba temporal hasta que sólo quede el esqueleto. No obstante, los arqueólogos no han encontrado pruebas de tales tumbas preliminares, lo que sugiere algún otro método por el que despojaban a sus fallecidos de la musculatura.
Arav encontró una pista en un hallazgo de artefactos de la Edad del Cobre cerca del Mar Muerto. Descubrió un cilindro de cobre con una pequeña abertura cuadrada, una especie de puerta en miniatura y, lo que es más importante, con figuras de aves en los bordes. También notó una similitud con las estructuras de los muros altos utilizados por los zoroastras en Irán e India, conocidos como dokhmas o Torres del Silencio.
Estos edificios estaban destinados a un proceso conocido como descarnación o ‘entierro del cielo’, que consistía en la eliminación de la carne de los cadáveres por buitres y otras aves. Los carroñeros revoloteaban alrededor del muro circular y podían limpiar un cadáver en cuestión de horas. El objeto cilíndrico que Arav encontró junto al Mar Muerto podría ser una miniatura ceremonial referente a estos lugares de descarnación.
Si la teoría de Arav fuera cierta, sería la primera que sitúa la excarnación –una práctica, por otro lado, ya conocida y estudiada- en Tierra Santa, y en esa época. El arqueólogo Mike Freikman de la Universidad Hebréa de Jerusalen, que dirigió las excavaciones del yacimiento durante los últimos cinco años, dijo, en declaraciones a Asociated Press, que la teoría de Arav se basaba sólo en “paralelismos muy lejanos”, más que en una evidencia sólida, pero que tampoco se podría descartar.
Las excavaciones de Freikman casi no han revelado materiales comunes a otras excavaciones. Es muy significativo, dado que confirma que el lugar nunca fue habitado ni se empleó como posición defensiva, sino probablemente como centro ritual de algún tipo, posiblemente dedicado al culto a los muertos. Si la teoría de Arav es correcta, la narrativa bíblica escrita miles de años después podría ofrecer pistas sobre si el 'enterramiento celeste' aún permanecía en el recuerdo de la población local. Parece que, al no practicarse ya, se consideraba un destino aciago reservado sólo para el peor de los enemigos.
Fuente : http://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2012/02/13/el-misterio-del-stonehenge-de-tierra-santa-92458/
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