viernes, 24 de junio de 2011

ZUGARRAMURDI EL PUEBLO DE LOS AQUELARRES

Brujas, adoradores del diablo, orgías a la luz de la luna y envidias que, en época de la Inquisición, desataron persecución y muerte en los valles navarros.

Historias de la Edad Media, un tiempo en el que la humanidad se sumergió en las tinieblas de la ignorancia fanática.

Época en que la Inquisición, que vaya a saberse en nombre de qué Dios, poniendo calvinismo, catolicismo y religiones protestantes como escaparate, torturó y mató a miles de seres humanos acusados de brujos y herejes.

Zugarramurdi, un nombre que en sí parece atraer el misterio
En el noreste de la provincia española de Navarra, a pocos kilómetros de la frontera con Francia y del valle del Bastán y a 83 kilómetros de Pamplona, hay un municipio cuya población en el 2009 no alcanzaba a los 220 habitantes, menos de la mitad de los que lo habitaban en 1897.

Las brujas y sus aquelarres
Zugarramurdi, conocido como el pueblo de las brujas, permanece envuelto en un halo mágico que se extiende en el tiempo y físicamente nos lleva hasta la Cueva de los Aquelarres, un túnel de unos cien metros de largo, veinte de ancho y treinta de alto excavado, al igual que otras cuevas de la zona, por el paso del arroyo Olabidea, conocido como arroyo del infierno, al atravesar una zona de roca caliza.


En estas cuevas y en especial en la mayor, la de los Aquelarres, también conocida como Cueva de las Brujas o simplemente por el nombre topográfico de Zugarramurdi, se dice que se celebraban en la Edad Media las reuniones de las brujas o aquelarres.

La comarca era conocida como La Catedral del Diablo


Se cree que es de esta región, de dónde surge el nombre aquelarre o akelarre que provendría del prado que se encuentra junto a una de las cuevas más pequeñas. Significa prado del cabrón.
Las brujas de Zugarramurdi

En 1610 tuvo lugar en Logroño un Auto de Fe en el que la Inquisición procesó a cuarenta vecinas acusadas de ser brujas de Zugarramurdi y condenó a doce de ellas a morir en la hoguera. Las ejecuciones se basaron en la mayor parte de los casos en testimonios basados en supersticiones y envidias que eran poco o nada fiables.

 Caro Baroja cita como párrafo interesante de dicho Auto de Fe el siguiente: “Las 18 personas restantes, fueron todas reconciliadas (por haber sido toda su vida de la secta de los brujos), buenas confidentes y que con lágrimas habían pedido misericordia, y que querían volverse a la fe de los cristianos. Leyéronse en su sentencia cosas tan horribles y espantosas cuales nunca se han visto: y fue tanto lo que hubo que relatar, que ocupó todo el día desde que amaneció hasta que llegó la noche, que los señores inquisidores fueron mandando cercenar muchas de las relaciones, porque se pudiesen acabar en aquel día. Con todas las dichas personas se usó de mucha misericordia, llevando consideración mucho más al arrepentimiento de sus culpas, que a la gravedad de sus delitos: y al tiempo en que comenzaron a confesar, agravándoles el castigo a los que confesaron más tarde, según la rebeldía que cada cual había tenido en sus confesiones".

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