POZO DE ALMAS

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lunes, 2 de julio de 2012

EL DEMONIO DE DOVER


Durante más de veinticinco horas, en abril de 1977, una extraña criatura de otro mundo se dio a conocer en el rico suburbio de Boston, en Dover.
El demonio de Dover apareció por primera vez alas 10,30 horas de la noche del 21 de Abril, cuando tres jóvenes se dirigían en coche hacia el norte de Farm Street.
El conductor, Bill Bartlett, creyó que veía algo arrastrándose a lo largo de una pared de piedras a su izquierda. En ese momento, los faros del vehículo iluminaron algo que nunca había imaginado, ni siquiera en sus sueños más delirantes.
La criatura volvió con lentitud la cabeza y miró fijamente la luz, mostrando dos ojos grandes, sin pestañas y brillantes, “como dos canicas de color naranja” y una cara por lo demás sin facciones y sin nariz visible. Tenía la cabeza en forma de sandía y casi del mismo tamaño que el resto del cuerpo, que era delgado y larguirucho. La piel carecía de vello se asemejaba al papel de lija. Aproximadamente de 1,30 metros de estatura, había caminado inseguro a lo largo de la pared, agarrándose a las piedras con sus largos dedos.

La visión dejo sin habla a Bartlett y, unos segundos más tarde, cuando recobró la voz, los focos habían dejado de iluminar al a criatura. Sus dos compañeros, que miraban para otro lado, no la habían visto en ningún momento.
Poco tiempo después de este extraño episodio, John Baxter de quince años, volvía a su casa por Millers High Road después de de despedirse de su amiga a medianoche. Había caminado un kilómetro y medio cuando vio una figura bajita que se acercaba y presumió que era un amigo que vivía en la calle. Baxter le llamó pero no obtuvo respuesta.
Los dos continuaron acercándose hasta que la extraña figura se detuvo. Baxter se detuvo también y preguntó: ¿Quién es?. La noche estaba muy oscura, por lo que solo podía ver una sombra. Dio un paso al frente y aquella forma salió disparada hacia la izquierda, bajó corriendo a un barranco poco profundo y subió también corriendo por el otro lado.
Baxter, perplejo, siguió al desconocido hasta que llegó al barranco. Miró por encima de éste y, a diez metros de distancia vio algo que tenía el cuerpo parecido al de un mono, una cabeza como una sandía y unos ojos chispeantes. Sus largos dedos se agarraban al tronco de un árbol. Baxter se sintió de pronto inquieto y se alejó del lugar.

La siguiente persona que vio al demonio de Dover fue un amigo de Bill Barlett, Will Taintor, de dieciocho años de edad. Barlett había hablaso de aquella criatura a Taintor. Sin embargo, éste se asustó mucho cuando él y su amigo Abby Brabham vieron aquella cosa en Springdale Avenue. Su descripción coincidía con la de Barlett, salvo en los ojos, que éste decía que eran anaranjados y aquellos juraron que eran verdes.
Cuando los investigadores interrogaron a los testigos, se sintieron impresionados por la conformidad entre sus declaraciones. También se impresionaron cuando el jefe de policía, el director del instituto, los profesores y los padres de los jóvenes dijeron que éstos eran veraces y dignos de toda confianza.
Como observó uno de los investigadores, Walter Webb, al terminar su estudio del caso, “ninguno de los cuatro había tomado drogas ni bebido cuando habían visto aquello, por lo que pudimos saber… Ninguno de los personajes de este asunto hizo el menor intento de acudir a los periódicos o a la policía para dar publicidad a sus afirmaciones. Antes al contrario, sus visiones trascendieron gradualmente. En cuanto a la idea de que los testigos fueron víctimas de alguna broma, esto resulta bastante improbable.”
¿Qué eran el demonio de Dover? Algunos han sugerido que era un extraterrestre. Otros dicen que podía ser lo que los indios del este del Canadá llaman Mannegishi. Hombrecitos de cabeza redonda sin nariz, de piernas largas y flacas y manos con seis dedos. Según la leyenda, los Mannegishi viven entre rocas en los rápidos de ríos y torrentes.

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